Es imposible pensar en un escape sin tener en consideración la relación complementaria, esto es la del perseguidor. No es posible escapar si no hay alguien o algo que “atrape”.
Entonces Max escapa a algo y ese algo es la carencia de libertades, la falta de opciones y el encierro físico, social y psicológico al que se ve progresivamente sometido. Este es el escenario del segundo libro para niños de Julio Rosenblatt sobre la persecución y el holocausto al pueblo judío.
En el contexto de Beiseförth, pueblo natal de Max, la presión ejercida sobre la comunidad judía, y por ende sobre su familia y su persona, se transforman en persecución real, y la salida que emerge para su salvaguarda es el escape.
El escape se transforma en un significante del impulso vital de superviviencia y de la preservación de la identidad. El escape en el cuento es, a la vez, un símbolo de lo que vendrá para aquellas familias que tomaron ese camino como el último – y en gran medida el único – para sobrevivir a la barbarie nazi. Algunas se escondieron, otras se trasladaron a donde pudieron.
El contexto en el que se desarrolla este segundo volumen de “Max y sus desafíos” es el de la consolidación del estado policial nazi , régimen que utilizó el terrorismo de Estado como herramienta principal para el ejercicio del poder. En el relato de Julio Rosenblatt, el drama que comienza a vivirse en Beiseförth es manejado con gran sutileza, ya que tras la trama infantil de unos amigos que escapan para poder recuperar la capacidad de estar juntos, de jugar, de desarrollar su espontaneidad y de ejercer su derecho a la alegría, se revela la dureza de un estado que impulsa la autocensura de todos los ciudadanos, la complicidad bajo coerción con el régimen y la obediencia ciega a las normativa brutal discriminatoria.
En esta historia se profundiza la ansiedad ante los cambios que el régimen nazi va imponiendo. Lo inesperado es en cierto modo sustituido por lo injusto, y lo injusto es sobrecogedor, por lo que la comunidad cede ante la fuerza del estado policial: los judíos no pueden cocinar el pan en el horno del pueblo, los médicos tienen prohibido asistir a los enfermos judíos, no se puede comerciar con judíos y sus hijos no pueden asistir a la escuela.
Max se rebela ante la injusticia de la discriminación e intenta adaptarse transformando el escape en un juego que le dé significado. Además, el escape junto a Hans, permite que la comunicación entre su familia y la de Hans se restablezca en una “unión en común” para recuperar a los hijos. El reencuentro consolida la relación que ambas familias tenían y define uno de los pocos ejemplos de la Alemania nazi en la que ciudadanos arriesgaron su propia libertad e integridad para ayudar a sus vecinos perseguidos.
Los desafíos de Max son el prólogo del holocausto, esto es, el de una escalada de violencia sin retorno en la que él, su familia y la comunidad judía serán las víctimas. Julio Rosenblatt se las arregla para llegar al público infantil y mostrar los hechos que ocurrieron con gran delicadeza narrativa y sin distorsionar la verdad histórica. Por ejemplo, cuando los padres de Hans esconden a la familia de Max en el sótano durante una inspección nazi. En ella, la tensión y la angustia del ocultamiento, da lugar a la celebración final por el retorno de los niños, y en todo momento el autor logra mantener el clima de aventura que atrapa la atención del lector.
Sin dudas, “Max y sus desafíos” intenta mostrar una faceta distinta del holocausto, más íntima e ilustrativa de lo esencial, dónde no se expone la violencia directa pero se testimonia el impacto que el nazismo produjo en la vida cotidiana de las familias en general y de las familias judías en particular.
Las historias que Max nos presenta están llenas de vitalidad, solidaridad, ternura y, sobre todo, resiliencia, al tiempo que sutilmente muestran el dolor, la persecución y el horror de una realidad que no debe repetirse.
https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/the-nazi-terror-begins?series=21810
A partir de 1933, con la designación de Adolf Hitler como canciller de Alemania se puso fin a la democracia y se dio inicio al régimen nazi. Guiados por ideas racistas y autoritarias, los nazis abolieron las libertades básicas y buscaron crear una nación bajo el control absoluto de Hitler. El Tercer Reich se volvió un estado policial, donde las personas eran sometidas arbitrariamente al arresto y al encarcelamiento. La cultura, la economía, la educación y la ley quedaron bajo mayor control nazi. Los sindicatos fueron abolidos y los trabajadores, los empleados y los empleadores fueron forzados a incorporarse a organizaciones nazis. El partido nazi era el único partido político permitido en Alemania. El Reichstag (parlamento alemán) no hacía más que refrendar automáticamente la dictadura de Hitler. La voluntad del Führer era la base de la política de gobierno.
Con base en un estado de emergencia Hitler puso fin a las libertades individuales, incluyendo la libertad de prensa, de expresión y de asociación. Las personas perdieron el derecho a la privacidad, es decir que los funcionarios podían leer el correo de la gente, escuchar conversaciones telefónicas y allanar domicilios particulares sin orden judicial.
Para conseguir sus objetivos, Hitler también se valía del terror. Atraídos por el pago, un sentimiento de camaradería y los llamativos uniformes, decenas de miles de jóvenes desocupados se pusieron las camisas marrones y las botas altas de cuero de las Tropas de Asalto nazis (Sturmabteil ungen) o SA. Estos policías auxiliares tomaban las calles y golpeaban y mataban a los oponentes al régimen nazi. Por puro miedo a las SA, muchos alemanes que no apoyaban a los nazis se mantuvieron en silencio. (Tomado y adaptado de: Enciclopedia del Holocausto US Holocaust Memorial Museum, Washington DC Fuente: https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/the-nazi-terror-begins?series=21810)